Este óleo de grandes dimensiones es una composición que me acompañó durante varios años. Lo empecé en 1991 y lo terminé en 1996. Durante meses, lo tuve olvidado sin saber cómo finalizarlo.

Como podemos ver, es una composición en la cual hay una realidad sobre la que sobrevuela una iconografía espiritual.

Se trata de una realidad dura, oscura y de destrucción en la que la esperanza resurge de lo espiritual.

Este es un acrílico que, pese a ser pequeño, me llevó meses resolverlo.

Es el intento de representar una explosión o atentado. La escena refleja destrucción, pero sin buscar una crudeza realista; esta ya la reflejan, desgraciadamente, las noticias día tras día.

Más que nada, quería reflejar injusticia, dolor y muerte, ilusiones y futuro, todo en un instante.

La pintura acrílica o plástica tiene ventajas: como procedimiento es estable y se seca casi inmediatamente, por lo que permite trabajar con total libertad.

Yo uso acrílico desde hace más de treinta años y considero que mi proceso para trabajarlo es totalmente original, sobre todo en lo referente a las texturas y veladuras. Con ello, he logrado una obra única en el procedimiento formal de trabajo.

Paisaje con e scena alegórica, abierto a que cada cual construya sus interpretaciones.

Mirar y ver.

En este óleo, he realizado un retrato de mi mujer,

quien me ha inspirado para elaborar esta composición.

Esta composición me llevó más de dos años. Al empezar un cuadro, surgen varias ideas y, poco a poco, una comienza a destacar por encima de las otras. Cuando miramos una composición pictórica, solo vemos el resultado final. En el transcurso de creación de una obra como esta, sin embargo, se han producido multitud de cambios, tanto en la composición como en el tema o el color. Supone horas y días pensando, observando, dudando y deshaciendo.

Es una convivencia dura y difícil, en la que lo más complejo no es la técnica sino el mismo proceso creativo. El inconsciente, constantemente al acecho, trata de imponerse sobre lo consciente, todo ello surgiendo a través del oficio, mediante el dibujo, la pintura y, sobre todo, la composición. Un cuadro nunca tiene una única lectura posible: al mirar la pintura, el espectador lo interpreta según su personalidad, vivencias, educación y cultura de origen.

El título del cuadro se me ocurrió una vez finalizado. Una obra siempre se revela como una sorpresa al final: al empezar, uno nunca sabe cómo va a resultar; es como un proceso vital, casi sentimental, que acaba al finalizar la obra.

Esta pintura es de temática onírica.

Los sueños están llenos de magia y, al recordarlos, van perdiendo su misterio y al final lo que queda de ellos es un relato totalmente carente de esa magia.

Mi intención en este cuadro era plasmar y atrapar esa sensación de irrealidad que se desprende de los sueños.

Acrílico, paisaje con tres mujeres bajo los árboles.

Este tema lo he repetido varias veces. Tema bucólico y sensual.

Aquí tenemos el otro óleo de grandes dimensiones.

Esta composición la elaboré durante el mes de agosto de 1993 y la trabajé con el tiempo justo para presentarla a un concurso de pintura.

Aunque al final no me llevé ningún premio, al menos sirvió como excusa para realizarlo.